El éxito no es una revolución, sino una evolución

El éxito no es una revolución, sino una evolución

A veces las cosas tardan tiempo en llegar, pero llegan. Cuando uno tiene claro su propósito, se focaliza en sus talentos, hace de la excelencia su modo de vida y no cae en la autocomplacencia, las piezas se van encajando hasta formar un puzle armónico. No es algo repentino (revolución), sino un proceso (evolución).

Un caso es el del equipo de baloncesto de los UCLA Bruins de la década de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado. Los Bruins ganaron diez veces la liga NCAA de baloncesto en doce años con el legendario entrenador John Wooden. Lo que poca gente sabe es que antes de ganar su primera liga, Wooden había entrenado a los Bruins durante quince años. Año tras año Wooden fue sentando las bases de lo que sería un éxito memorable que continúa recordándose. El propio John Wooden, autor de obras como Coach Wooden´s Pyramid of Success, decía cierta vez: «Cuando mejoras un poco cada día, al final ocurren grandes cosas. Cuando mejoras tu forma física un poco cada día, al final se produce una gran mejora en tu forma física. No mañana, ni al día siguiente, pero al cabo del tiempo has hecho un notable progreso. No hay que buscar mejoras rápidas y espectaculares, sino mejoras pequeñas, día a día. Ésa es la única forma en que ocurren, y cuando lo hacen, permanecen».

Las transformaciones, empresariales y personales, nunca son repentinas, sino la consecuencia a un proceso orgánico acumulativo. Las empresas ‘ganadores’ tienen claro en qué pueden ser las mejores (tener una ventaja competitiva) y ahí se centran y desde ahí crecen. No se dejan arrastrar por la última moda ni miran demasiado a los lados. Preservan su núcleo (core business) y se adaptan al entorno, pero sin perder nunca su esencia y valores esenciales, que es lo que las hace únicas. O como apunta el inversor Warren Buffett, «se aferran a lo que conocen y dejan que sean sus habilidades, y no sus egos, las que determinen qué pretenden» (ver post La claridad mental es clave para el éxito).

Otro caso parecido es el de Sam Walton que empezó en 1945 con una simple tienda y no abrió su segundo local hasta siete años después. Walton fue empujando poco a poco hasta que el concepto de tiendas de ultramarinos con grandes descuentos apareció como un paso evolutivo natural a mediados de los sesenta. Walton tardó un cuarto de siglo en convertir su tienda en una cadena de 38 grandes almacenes Wal-Mart. Después, entre el año 1970 y el año 2000, Wal-Mart llegó a un punto de tener 3.000 establecimientos y unos ingresos de 150.000 millones de dólares. 

Sam Walton escribió en Made in America: mi historia: «En cierta manera, a lo largo de los años la gente ha tenido la impresión de que Wal-Mart era (…) simplemente una gran idea que de la noche a la mañana se convirtió en un éxito. Pero (…) fue el resultado de todo lo que llevábamos haciendo desde 1945 (…) Y, como la mayoría de los éxitos, tardamos veinte años en conseguirlo».

Hace algunos años el profesor Jim Collins, realizó durante cinco años una rigurosa investigación para estudiar a aquellas empresas que habían pasado de ser ‘buenas’ a ‘extraordinarias’. Aquella investigación la plasmó en uno de los libros clásicos del management Good to great que conviene leer y estudiar. Allí escribe: «Aunque desde fuera pareciera que el éxito se había conseguido de repente, lo cierto es que desde dentro se veía de una manera totalmente diferente. Se trataba más de un proceso evolutivo, tranquilo y deliberado, de averiguar lo que tenían que hacer para producir los mejores resultados en el futuro y después de ir dando pasos, uno detrás de otro». Es más, cuando ocurren los grandes cambios, muchas empresas ni siquiera son conscientes de la magnitud de esos cambios porque se han producido progresivamente, igual que un niño que crece y los padres no notan ese crecimiento, pero quienes no ven al niño desde hace tiempo ven un cambio sustancial. Esto escribe Collins en su obra: «Las empresas que se convirtieron en ‘extraordinarias’ no tenían un nombre para hablar de sus transformaciones (…) Algunos ejecutivos nos dijeron que ni siquiera eran conscientes de que se estaba produciendo una transformación tan radical hasta que fue efectiva. Para ellos fue más evidente, una vez que se dio por hecha que mientras estaba ocurriendo».

Las pequeñas cosas acaban convirtiéndose en grandes con el paso del tiempo. Como escribimos en Fast Good Management, «no tengas miedo de ser modesto al principio. Los comienzos son siempre discretos. Lo importante es empezar, dar el primer paso, porque ese primer paso te sitúa más adelante que si no hicieses nada y genera inercia positiva, y además cada paso que das te hace estar más cerca de tu objetivo». También en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 26ª edición) decimos:

«Siempre que se disponga a mejorar sus capacidades, cambiar su comportamiento o mejorar su vida, comience por incrementos pequeños. Querer hacer demasiado en poco tiempo sólo conseguirá desanimarlo». 

 

Este post fue originalmente publicado en el blog www.franciscoalcaide.com

Francisco Alcaide es autor del bestseller internacional ‘Aprendiendo de los mejores

 

Las buenas prácticas que te ayudarán a transformar tu unidad en un servicio optimista

Las buenas prácticas que te ayudarán a transformar tu unidad en un servicio optimista

¿Realmente pueden cambiar las cosas en tu servicio? 

Presión asistencial, equipos que cambian, nuevas tecnologías que incorporar, recortes, etc.… pueden convertir tu día a día y el de tus compañeros en una carrera de obstáculos que acaba pasando factura. 

Te apetece que se produzca un cambio. Te gustaría que se respirase un mejor “ambiente” en tu unidad asistencial. 

De hecho, crees que podrías liderar ese cambio en tu servicio, pero… no sabes muy bien por dónde empezar.  

Seguramente, tú o tus compañeros ya habéis propuesto y puesto en marcha algunas iniciativas que con el tiempo han ido perdiendo fuelle.  

¿Cómo lograr que ese cambio que quieres para tu servicio se afiance con el paso del tiempo y cale entre tus compañeros? 

Estamos aquí para ayudarte 

Sabemos que los primeros pasos son difíciles y que es necesaria una buena base a partir de la cual empezar a construir.  

Por eso queremos proponerte un plan para que, a partir de tus buenas intenciones y tus deseos de cambio, puedas avanzar con paso seguro y afianzar ese cambio. 

Estos son los pasos que te proponemos para empezar a lograrlo: 

  • Decídete: Lo primero que debes hacer es afianzar tu decisión. Transformar la cultura de una organización no es algo que se consiga de la noche a la mañana: se tarda una media de tres años. Debes armarte de paciencia, pero también saber que cuentas con nuestra ayuda. 
  • Rodéate: Recluta a los capitanes del cambio que te ayudarán a conseguirlo. Busca en tu equipo personas que se puedan convertir en agentes del cambio y comunícales tu idea. Explícales el camino que propone la FHO y el ecosistema que ofrece. Si emprendes este camino acompañado, llegarás más lejos.Abrazo sanitarios
  • Diagnostica: Saca una primera foto de la situación. Puedes hacerlo mediante un diagnóstico basado en la metodología HERO-HOS Check del grupo de investigación WANT de la Universitat Jaume I de Castellón para un grupo reducido de personas (esos capitanes del cambio que se comprometen a ayudarte) en cualquier momento del año. Sin tener que esperar la fecha de los Premios Hospital Optimista. Para hacerlo, ponte en contacto con nosotros. 
  • Comparte: Establece una visión compartida con los Capitanes del cambio. Con el diagnostico HERO-CHEK en la mano y tras haber leído el libro “Soñando con un Hospital Optimista”, celebra una reunión en la que ese equipo del cambio decida el rumbo que quiere seguir. A partir de este acuerdo podréis lanzar el proyecto al resto del servicio.
  • Lanza: Tras esta reunión, convoca al resto de compañeros del servicio para un lanzamiento del proyecto. El objetivo es proponerles un paso de una cultura implícita a una cultura orientada a la consecución de una organización sanitaria saludable. En esa reunión sumareis los primeros adeptos. 
  •  Activa: Pon en marcha esas palancas que fomenten la salud organizacional del servicio. Transformar la cultura de tu unidad requiere activar muchas palancas de cambio simultáneamente.  La cultura de una organización evoluciona con los comportamientos de sus componentes. Solo con paciencia y constancia podrás contribuir a mejorarla e inspirar a los demás para que sigan ese camino. Es muy importante que el proyecto arranque con algunas “victorias rápidas”, que hagan ver que algo está cambiando en la unidad.
  • Cuenta con nuestra ayuda: Como decíamos al principio, cambiar la cultura en el seno de un servicio supone un largo viaje. Requiere muchos esfuerzos de muchas personas durante mucho tiempo. Queremos estar ahí para ayudarte cuando lo necesites: Si tienes dudas y/o preguntas, te ofrecemos la posibilidad de organizar por videoconferencia una reunión para conocerlas y echarte una mano. 

 

 

Todo preparado para emprender el camino 

Una vez que tu servicio esté en las vías que le llevarán hacia ese deseado cambio de cultura organizacional, es muy importante que no descarrile. Para avanzar sin percances, te proponemos el programa “Soñando con un Servicio Optimista» que te presenta diez buenas prácticas que te ayudarán a conseguir esta transformación. Son estas: 

-Fomentar el desarrollo profesional aprendiendo a gestionar su carrera: jobcrafting. Esta técnica permite dar un nuevo enfoque al puesto de empleo a través del cambio proactivo y la adaptación a la forma de ser de cada persona. Supone amoldar la dinámica de trabajo diaria a las particularidades de cada empleado. Te ofreceremos un módulo de formación en el campus sobre esta competencia.  

-Fomentar el desarrollo personal mediante el aprendizaje continuo de habilidades blandas y directivas. Las profesiones sanitarias están comprometidas con el aprendizaje continuo, pero en este caso no se trata de aprendizajes científico/técnicos sino de habilidades blandas y directivas. Puedes compartir con tus compañeros estos aprendizajes que os ayudarán a avanzar en vuestro crecimiento personal. Los formatos que te ofrecemos son: 

-Fomentar un clima de seguridad psicológica. Alienta a los miembros de tu servicio a admitir sus errores, hacer preguntas y proponer ideas nuevas sabiendo que nadie en el equipo les avergonzará o castigará por ello. En el campus de la Fundación Hospital Optimista podrás encontrar un módulo completo de formación sobre este concepto. Diversos estudios sobre equipos de alto rendimiento (algunos de ellos en entornos sanitarios) reconocen la seguridad psicológica como una de sus características.  

-Fomentar la cultura de la gratitud. Expresar gratitud tiene efectos beneficiosos tanto para quien la ejerce como para quien la recibe. La App de la FHO es tu mejor aliado para luchar contra la cultura de la queja y adentraros en la cultura de la gratitud como ya lo han hecho los más de 40 hospitales que están usándola en España. 

-Fomentar las tres Ds: dieta, deporte y descanso. Seguir a una dieta saludable, practicar ejercicio físico y descansar lo necesario para recuperar fuerzas son tres pilares básicos para mantener un buen estado de salud. Desde cada unidad, los managers deben fomentar este régimen de vida.  

  • Alimentarse correctamente, evitando los ultraprocesados y dedicando suficiente tiempo a cada comida.  
  • Mantener una vida activa frente al sedentarismo. Practicando ejercicio físico a ser posible al aire libre.  
  • El ritmo de trabajo en las unidades hospitalarias puede dificultar el descanso; sin embargo, descansar suficientes horas es fundamental para evitar el estrés y mejor el rendimiento.  

-Fomentar el feedback de aprendizaje 360º. En el marco de una cultura del aprendizaje continuo, implementar una estrategia de feedback 360º, asertiva y efectiva no es sencillo. Sin embargo, este feedback nos ofrece la oportunidad de seguir mejorando personal y colectivamente. Las críticas constructivas de tus compañeros pueden ayudarte a descubrir estas “zonas ciegas” que tú no puedes ver por estar demasiado cerca de ellas. Pronto te propondremos un módulo de formación en el Campus FHO sobre esta herramienta fundamental para aquellos equipos que deseen cambiar su cultura organizativa. 

-Fomentar la cultura de la comunicación. Si queremos que el proyecto se establezca en el tiempo es fundamental cuidar este aspecto. Para ello, los lideres formales deben generar espacios para la comunicación institucional e interpersonal; y los líderes informales pueden generar espacios para la comunicación interpersonal en los que celebrar los éxitos comunes, compartir aprendizajes, compartir estados de ánimo tomando un café en torno al poster de las emociones, etc. 

-Fomentar la cultura del diagnóstico. Es importante seguir participando cada año en los premios Hospital optimista para volver a sacar la foto, tomar la temperatura del servicio conocer la situación del equipo e ir ajustando los procesos de la unidad. No es una cuestión de ganar o perder, sino de servirse de este diagnóstico psicosocial elaborado por la Universitat de Jaume I como una herramienta más de gestión del servicio. 

-Fomentar el sentido de propósito. Para inspirar y alinear a los miembros de una organización sanitaria, no basta con satisfacer las necesidades de los pacientes. Debemos generar un marco inspirador; establecer una misión que contribuya a satisfacer las necesidades de los principales grupos de interés que conviven en la organización. 

-Fomentar el autocuidado emocional. Además de cuidar de la salud física, es necesario centrarse en el cuidado de la salud emocional mediante unos hábitos que ayuden a ejercer un autocuidado.  

  • Fortalecer las relaciones interpersonales y disfrutar de relaciones sociales positivas.  
  • Descubrir y cultivar un hobby o afición que se pueda practicar durante el tiempo libre.  
  • Practicar meditación, atención plena o mindfulness. Esta práctica ayuda a ser más consciente de lo que sucede en nuestra vida ayudándonos a centrarnos en lo que es verdaderamente importante. 

Cambiar la cultura de tu unidad supone un largo viaje

Serán necesarios muchos esfuerzos de muchas personas durante mucho tiempo 

Este camino del desarrollo organizacional, por muy duro que sea, acabará generando una mejor experiencia para los pacientes de tu unidad y supondrán una oportunidad de desarrollo personal y profesional para los miembros del servicio que decidan recorrerlo. 

Descubre aquí cómo la Fundación Hospital Optimista puede ayudarte.

 

Más información
¿Qué significa ser líder en el siglo XXI?

¿Qué significa ser líder en el siglo XXI?

El mundo no es que vaya a cambiar, es que ya ha cambiado, y mucho.

La tan sonada revolución tecnológica, aderezada con los profundos cambios culturales y sociales hacen que vivamos en un mundo donde las cosas ya no son lo que eran, aunque lo parezca.

Desde esta óptica, podemos entender el liderazgo como el conjunto de capacidades de un ser humano para guiar a otros en la travesía que supone adaptarse a este nuevo escenario vital.

Liderazgo humanista

Hasta no hace mucho, el líder era aquel que tenía buenos conocimientos, habilidades de gestión y una clara orientación al logro de metas y objetivos.  No es que esto ya no sea así, pues lo sigue siendo, pero asistimos al despertar de un nuevo escenario donde como profesionales ya no basta con saber gestionar y conseguir cosas. Se ha revelado como motor de cambio y progreso la propia experiencia humana que creamos a nuestro alrededor.

Liderar en estos nuevos tiempos supone hacer muy muy bien las cosas y asumir que con esto se marca el camino para otros, se quiera o no.

Todo líder genera a su alrededor un mundo emocional en el que las personas encuentran motivos bien para tomarse el trabajo como un mero medio para financiar la vida o bien encuentran motivos para hacer del trabajo algo más y tener por tanto motivos para seguir dando lo mejor, especialmente cuando las cosas pinten oscuras.

Todos hemos tenido “jefes” que han sido más fuente de preocupaciones y miedos que de logros y crecimiento personal. ¿Acaso el crecimiento de la gente a la que tenemos que liderar es parte de nuestras responsabilidades como líderes?

Si queremos seguir siendo buenos líderes conviene que nos vayamos haciendo a la idea de que sí.

Adios a la «jefatura». El liderazgo como guía

Seguramente también todos hemos tenido “líderes” (ojalá que así sea) con quienes hemos crecido, hemos aprendido y hemos evolucionado. Hubiéramos ido hasta el fin del mundo tras ellos. La diferencia entre unos y otros radica en varios factores, pero sin duda uno de los más determinantes es dónde se pone el foco acerca de las personas a quien se tienen que “guiar”.

El liderazgo del siglo XXI es sin duda humanista, no cabe otro. Este tipo de liderazgo centra el foco de su estrategia en guiar a las personas a su mejor nivel de rendimiento, desempeño personal y estado emocional, en armonía con el de otros, sabiendo que esto facilita el conseguir lo resultados deseados. El nuevo liderazgo humanista (líder coach) es aquel que prioriza el talento humano como mecanismo de crecimiento y desarrollo para alcanzar una meta deseada por todos.

El viejo liderazgo o jefatura entendía el capital humano como un recurso para conseguir un fin (normalmente personal) y lo gestionaba como quien gestiona un presupuesto, un proyecto o una cadena de producción. No había nada de malo en ello, pues eran otros tiempos, tampoco conviene caer en su demonización, pero ese tiempo ya pasó.

Hoy en día la mayoría de las personas buscamos en nuestra dimensión profesional un sentido al hecho del tremendo estrés y desafío que nos supone “seguir adelante” y hacer nuestro mejor trabajo posible. La motivación propia o automotivación tiene gran recorrido, pero también límites y ahí es dónde entra en juego el estilo y tipo de liderazgo que “respiramos” al lado de quien está al cargo de nuestros esfuerzos y responsabilidades. Ya no nos basta con que nos digan lo que hay que hacer, o cómo hacerlo. Empieza a ser necesario que nos orienten en el “para qué” hacemos lo que hacemos. “Quien tiene un sitio al que ir que merece la pena es capaz de superar casi cualquier obstáculo o dificultad que se le presente”.

¿Qué habilidades incorpora a su ADN profesional un líder coach?

Sobre todo, habilidades relacionadas con el aspecto de la comunicación humana: empatía, asertividad, escucha activa, facilitador de feedback, mentoría y otras tantas destrezas útiles para relacionarse constructivamente con quienes nos acompañan en el camino de conseguir metas y objetivos.

Como tantas otras habilidades se desarrolla con el conocimiento, la puesta en práctica y la guía o supervisión. El líder coach aplica estas nuevas habilidades (en realidad no tan nuevas) consciente de que el eje principal de cualquier proyecto son las personas que están al cargo de todo lo demás (tecnología, materiales, herramientas de trabajo…). Si las personas “se tuercen” todo lo demás se acaba torciendo.

El liderazgo humanista consiste en dar prioridad al factor humano como palanca de progreso y cambio dedicando recursos, esfuerzos y tiempo a desarrollar el talento y potencial humano de quienes trabajan con él/ella.

No se trata de sustituir unas habilidades (de gestión) por otras (relacionales). El líder coach balancea ambas en su justa medida para el bien del proyecto y de las personas que le dan vida. Sin buenos conocimientos y habilidades de gestión no se irá muy lejos, pero eso ya no basta, hay que aprender a dar un paso más.

Conoce a tu gente

Liderar es guiar, planificar, enfocar, alentar, anticipar y ser bueno en la ejecución. Pero todo esto lo hacemos con personas: nuestro “jefe” es persona, nuestros compañeros son personas, nuestros pacientes o usuarios son personas, si no sabemos de personas, no sabemos mucho de liderazgo, aunque podamos ser especialistas en nuestro campo.

Saber de personas no significa ser psicólogo, como tampoco significa que todo emprendedor ha de ser economista, eso sí, conviene que sepa algo de números o pronto acabará su aventura.

Centrarse en las personas es conocer y saber utilizar elementos que definen el tipo de interacción que tenemos con nuestros colegas de trabajo. Podemos crear ambientes donde “apetezca” seguir adelante o ecosistemas donde simplemente se busca “acabar cuanto antes”.

Es cuestión del estilo de quien está a los mandos.

¿Y tú?, ¿En qué lado de la ecuación te colocarías?

 

 

 

Grandes equipos sanitarios. Equipos con corazón

Grandes equipos sanitarios. Equipos con corazón

Lograr que una unidad o servicio sanitario se convierta en un verdadero equipo que funciona como tal (con todo lo que esto implica), es uno de los mayores logros que puede obtener un mánager sanitario. 

Para charlar sobre cómo conseguirlo, contamos esta semana con Miguel Ángel Díaz que nos acompañó en nuestra conversación de optimistas mensual. 

Fue la ocasión de repasar los puntos más relevantes del módulo que hemos lanzado en el campus fho este mes de febrero:  Claves para formar un gran equipo en el entorno sanitario. 

La responsabilidad de liderar un equipo 

Como mánager sanitario que es (director médico en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete), Alberto nos habló de cómo fue asumir esa responsabilidad, especialmente en el momento de acceder a ella, y lo resumió precisamente con esa palabra: “responsabilidad” al hacerse cargo de ese papel de “pegamento emocional” que supone tener un grupo de personas que coordinar. Y la comprensión de que, independientemente de las dotes innatas de liderazgo que tenga cada persona, un mánager debe formarse para conseguir aportar a su equipo. 

Humildad, hambre, y empatía 

Miguel Ángel ahondó en las claves que apuntaba en su módulo y que son el secreto del buen funcionamiento del equipo: humildad, hambre, y empatía. Las tres virtudes que deben poseer sus miembros. 

  • Humildad, como carencia de ego desmedido. Personas que saben que nadie es el centro del equipo, ponen el éxito común por encima del individual, y entienden los logros como algo compartido. 
  • Hambre, o ambición. Una búsqueda constante de tener algo más que hacer, que aprender, asuman responsabilidades y sean proactivas. Tener ganas de construir. 
  • Empatía, ese sentido común a la hora de tratar a las personas, generando y manteniendo relaciones interpersonales adecuadas, respondiendo a las necesidades de quienes les rodean. 

El escenario ideal es que todos los miembros del equipo posean estas virtudes de humildad, hambre, y empatía, pero si alguna de ellas flaquea, esto es “trabajable” ya sea por parte del propio miembro del equipo (también con el apoyo de sus compañeros) o con la ayuda de su mánager que identifique esta carencia y le eche una mano a mejorar este aspecto.
Pensar en si cada miembro del equipo posee estas virtudes (y en qué grado) puede servir a los mánagers como “checklist” para ayudarles a lograrlo; y esto incidirá positivamente en la buena marcha de todo el equipo. 

Formación de los sanitarios… más allá de la formación técnica 

En la conversación sobre este tema también nos acompañó Carmen Nión Seijas, enfermera en la unidad de Quemados del Hospital Universitario de A Coruña, que además forma parte del comité de Humanización de su hospital.  

Carmen nos contó que conoció la Fundación Hospital Optimista y su campus precisamente a través del cartel de las emociones que surgió a raíz de una conversación de optimistas con Miguel Ángel Díaz sobre el tema de la inteligencia emocional. 

En opinión de Carmen, la oferta de formaciones técnicas es abundante y, precisamente en un servicio altamente especializado como el suyo, este aprendizaje técnico es fundamental; pero, a su modo de ver, son precisamente las formaciones en habilidades blandas las que marcan la diferencia tanto para los miembros de las unidades como para el servicio que ofrecen a los pacientes; poniendo a la persona en el centro del cuidado. Integrando ese interés común de pacientes, sus familias y los sanitarios. 

Conversación de optimistas. Claves equipo sanitario

Trabajar verdaderamente en equipo 

Carmen siempre ha deseado trabajar en equipo, por eso da prioridad a todo lo que pueda aprender y compartir para hacer realidad ese sueño de pasar de ser un grupo de trabajo a ser un verdadero equipo. Nos contó su experiencia que data de antes de la covid.  

Dentro de la certificación iso 9001-2015 que posee su unidad, se marcaba el objetivo de calidad de introducir la humanización en el servicio y a ella le propusieron liderar este cambio. Carmen solicitó la colaboración de sus compañeros y aproximadamente la mitad de ellos (entre enfermeras y técnicos de cuidados) se sumaron a la propuesta.  

Una de las primeras medidas que tomaron fue abrir la unidad a las visitas de familiares, que hasta entonces estaban muy limitadas en cuanto a horarios y por medidas de seguridad. La pandemia supuso un paso atrás en la adopción de estas medidas, pero aun así se ha logrado una flexibilización de estas normas adaptándose a las necesidades de las familias. 

Carmen piensa que la humanización de los hospitales pasa también en gran medida por mejorar el bienestar de los profesionales. Por eso recibieron con agrado la propuesta de utilizar el cartel de las emociones que presentó Miguel Ángel Díaz a través de la FHO. Esta herramienta les ayuda a comprender mejor sus sentimientos y los de la unidad, y trabajar los problemas relacionales cuando surgen 

Es una forma de arrancar conversaciones sinceras sobre cómo se sienten los miembros del equipo y, en palabras de Carmen, esto provoca que la gente se abra. 

Esta dinámica fortalece el músculo de la empatía. 

Cómo ganarse a las personas reticentes 

Como en todos los casos, también hay personas dentro de la unidad que no se prestan a “jugar este juego” y a menudo son ellos quienes albergan emociones más (digámoslo así) negativas y por lo tanto esto les podría ayudar.  

Pero, en palabras de Miguel Ángel, el hecho de que no todos se sumen a la propuesta no debe desanimar a quienes la han puesto en marcha. Ver que a los demás les funciona y que se van generando dinámicas positivas suele lograr que los escépticos se vayan convenciendo y se genere un clima de confianza. 

Acercarse a cada persona con sus particularidades 

Alberto comentaba que en los servicios sanitarios rara vez se pueden elegir los miembros que lo componen. Frente a esto hay que tratar de acercarse a cada persona con sus particularidades. En algunos casos es más fácil y en otros no tanto, pero no hay que desechar a nadie, sino dedicar tiempo a cada uno y estudiar la forma de llegar a todos. 

“La clave es trabajar con ilusión y tratar de contagiar esa ilusión.” 

Miguel Ángel confirmaba que si bien es cierto que los managers no suelen tener la posibilidad de elegir a los miembros que conforman su equipo, tampoco elegimos a nuestros familiares y sin embargo esto no nos impide quererlos y aceptarles como son 

“Hay que poner el foco en lo que nos une y desarrollar el aprecio.” 

Generar confianza entre los miembros del equipo 

Otro punto importante en el que Miguel Ángel puso el foco es en el de generar confianza, que, en palabras de Alberto se puede lograr fomentando la seguridad psicológica que consigue que los miembros del equipo se interconecten.  

Alberto tiene muy claro qué es un verdadero equipo y para ello buscó un símil: un equipo es como un cambio de neumáticos de un coche de Fórmula 1. Un grupo de personas en el que cada uno sabe lo que tiene que hacer, lo hace de forma reglada y con precisión y sabe que ninguno es más importante: es igualmente imprescindible el que aprieta el tornillo que el que saca lo rueda e incluso que el piloto que conduce el coche. Cada uno tiene un papel relevante en lo que está haciendo y contribuye a un objetivo común.  

Cultivar el talante, no solo el talento 

Para Carmen los valores de los miembros del equipo son tan importantes o más que sus conocimientos técnicos. No es mejor el que mejor maneja una máquina nueva que acaba de llegar al servicio sino la persona que junto a sus compañeros estudia el dispositivo y comparte sus conocimientos, pero también sus dudas, para finalmente lograr un dominio de su uso. Esto es mucho más gratificante que ser el que más sabe y guardárselo para sí. 

Como señala Alberto, desde pequeños nos enseñan a cultivar el talento, pero se olvidan del talante. A la hora de construir un equipo el talante de sus miembros debe pasar a un primer plano. 

La importancia del proceso 

Para cerrar, Miguel Ángel quiso apuntar que a los seres humanos nos gusta rodearnos de certezas y de entornos estables pero la vida no es así. Frente a esta incertidumbre debemos poner el foco en el proceso por encima del resultado 

A veces, aunque le pongamos todas las ganas, el resultado no es el esperado, pero nos debemos quedar con la satisfacción de haberlo hecho lo mejor posible. 

 

 

 

 

Logra que tu unidad se convierta en un gran equipo

Logra que tu unidad se convierta en un gran equipo

Los dos principales objetivos que debería de tener un equipo tendrían que ser, la productividad por un lado y la satisfacción/disfrute de las personas implicadas por otro.

Para que estos dos resultados puedan producirse, todo el mundo debe de comportarse de una manera determinada, ya que si un solo eslabón de la cadena falla, el trabajo de todo el equipo se irá al traste.

Trabajar juntos y en la misma dirección

Si algo distingue a los equipos que son capaces de conseguir buenos resultados frente a los que no lo consiguen, es su capacidad de trabajar juntos en la dirección correcta. Esto no es nada sencillo, porque además de ser gestionados de una forma determinada, cada miembro del equipo tiene que conocer la cultura del mismo, compartir y vivenciar sus valores y además, ceñirse a una serie de pautas o normas que rigen la marcha del colectivo.

Si importante es descubrir cómo se trabaja dentro del equipo, no menos importante resulta conocer cuál es el rol que debo desempeñar e incluso, en que medida debo de ser flexible para poder intercambiarlo por otro si el equipo lo necesita.

Cuando las personas confían unas en otras, ya no necesitan destinar su energía en protegerse, en dar una imagen que no poseen, en justificar sus errores, etc. Simplemente intentan ofrecer su mejor versión, hacer las cosas lo mejor que saben y pueden y confiar en que todas las personas que le rodean harán lo mismo.

Influencia del clima laboral en la productividad del equipo

Algunos estudios científicos dicen que el clima laboral de un equipo puede influir hasta en un 30% en la productividad del mismo, por eso resulta tan rentable prestarle atención a esta variable.

Si cuidamos de los comportamientos correctos, si fomentamos las buenas prácticas y censuramos las pautas incorrectas, las personas querrán formar parte del equipo porque recibirán mucho más de lo que aportan y sus niveles de engagement se incrementarán y su nivel de fidelización hacia el proyecto se disparará.

Buen liderazgo, normas claras, valores sólidos, flexibilidad y sobre todo, contar con las personas adecuadas, las cuales deben poseer un perfil determinado para poder añadir valor al equipo y anteponer sus resultados a los individuales.

Elegir los prefiles correctos

Por eso, uno de los puntos más importantes será analizar si contamos con los perfiles correctos, ya que para que alguien se convierta en un buen jugador de equipo, va a tener que poseer o desarrollar (aquí tu ayuda puede ser muy importante) tres virtudes fundamentales:

  • Humildad: Personas que carecen de un ego desmedido, comparten el mérito, ponen al equipo por encima de ellos mismos y defienden el éxito como algo colectivo.

  • Hambre: Siempre buscan algo más que hacer, que aprender, algo más de responsabilidad. Son emprendedores y diligentes.

  • Empatía: Es el sentido común a la hora de tratar a las personas. Tienen la capacidad de mantener relaciones interpersonales adecuadas y de estar atentos a lo que ocurre a su alrededor y a cómo se encuentran los demás.

La combinación de estas tres virtudes es muy potente, ya que si falta solo una provocará que el trabajo en equipo sea mucho más complicado. Y ya si faltan dos o las tres, será prácticamente imposible que la persona se adapte a un equipo de alto rendimiento.

Puede parecer exigente o poco realista con la forma que tenemos de trabajar en equipo hoy en día en las organizaciones, aunque quizás, el problema sea el estándar que nos hemos fijado en la mayoría de ellas y las cosas tan extrañas que hemos aprendido a ver como normales.

 

¿Te gustaría profundizar en esta óptica de trabajo en equipo? No te pierdas el módulo del campus FHO:

Claves para formar un gran equipo en el entorno sanitario

 

Aprendiendo a comunicar desde las necesidades, no desde los juicios

Aprendiendo a comunicar desde las necesidades, no desde los juicios

 

Una vez más hemos disfrutado de una Conversación de Optimistas, conducida por Florent Amion y Alberto Sansón, llena de aprendizajes y de ideas compartidas.

El tema de la conversación era la comunicación de emociones humanas dentro del hospital y para hablar sobre cómo aplicar la comunicación no violenta en el ámbito de trabajo de los sanitarios contamos con Chavi Nieto, docente del módulo Comunicación de emociones humanas dentro del hospital: Sentimientos y necesidades CNV que podéis encontrar en el Campus FHO.

Chavi, que es discípulo de la psicóloga y psicoterapeuta Pilar de la Torre, es colaborador del Instituto de Comunicación No Violenta.

 

Qué es la Comunicación no violenta

Para comenzar la conversación Chavi nos puso en contexto explicando que la CNV es una herramienta de comunicación que nos permite conectar con los demás y con nosotros mismos a través de las necesidades.

Esa conexión es importante porque nos permite que nuestras acciones estén conectadas con esas necesidades y a su servicio. De este modo, nos ayuda a llegar al origen de nuestra satisfacción o insatisfacción, a comprender por qué no conectamos con determinadas personas… entendiendo que no podemos comunicarnos desde la exigencia y desde el juicio, sino desde la comprensión de nuestras propias necesidades que queremos satisfacer y las de las personas que nos rodean.

 

Esa emoción que estás viviendo tiene un mensaje para ti

Alberto quiso preguntar a Chavi sobre el papel de las emociones como mensajeros. Chavi expuso que a menudo las emociones insatisfactorias nos producen rechazo y tendemos a compensar tratando de vivir la emoción contraria (p. ej. si estamos tristes tratamos hacer algo que nos ponga contentos), pero esto solo es un parche momentáneo que nos ayuda a pasar el mal trago.

“La emoción que nos produce insatisfacción va a seguir ahí si no la gestionamos.”

Debemos estar pendientes de los mensajes que nos llegan a través las emociones.

El problema es que cuando las emociones son satisfactorias les abrimos los brazos, mientras que aquellas que no lo son tienden a quedar soterradas. Las ignoramos porque no nos gustan, en lugar de escuchar el mensaje que nos ofrecen y que puede ayudarnos a gestionarlas.

Debemos entender qué necesidad insatisfecha hay detrás de ella. Esto plantea el concepto de necesidad desde el punto de vista de la CNV: es la motivación que hay detrás de nuestras acciones.

“Detrás de cada una de nuestras acciones hay una necesidad que debemos satisfacer.”

 

“Radiografiar” los conflictos para abordarlos mejor

Entender esto amplifica nuestra mirada y nos permite “radiografiar” los conflictos que vivimos o de los que somos testigos. Nos permite abordar estas situaciones de una manera totalmente diferente.

En esta conversación también participó Beatriz Sánchez Vilela. Beatriz trabaja en el Servicio de Oncología Radioterápica en el Hospital Universitario de la Paz, en Madrid.

 

La causa de un conflicto es siempre una necesidad

Conversación Comunicación de emociones humanas

Bea, que ha cursado este primer módulo de CNV nos explicó cómo el módulo le ha enseñado a ver las situaciones que vive en el hospital con otros ojos y le ha ayudado a enfocar las emociones de otra manera.
Nos decía que, en general, cuando hay un “encontronazo” con otra persona (ya sea un compañero o un paciente) tendemos a echar la culpa hacia la otra parte.

Chavi recalcó la importancia de analizar dónde ponemos el foco. No significa que la emoción que estamos viviendo no tenga nada que ver con lo que estamos sintiendo (por ejemplo, sentir tristeza por un paciente que está pasando por una situación difícil), sino que es un estímulo para esa emoción que sentimos; lo que no es, es la causa. La causa siempre es una necesidad.

Esa empatía que los sanitarios sienten hacia sus pacientes no debe traducirse en tristeza (que nos paraliza) sino en compasión; una compasión que nos mueva a la acción, a hacer algo para aliviar ese dolor.

 

Entender las necesidades de los pacientes

Chavi señaló que la empatía nos puede ayudar a saber cómo se siente la persona que tenemos enfrente y esto nos lleva a realizar acciones que se adaptan a la situación, entendiendo sus necesidades.

Florent comentaba que todas las necesidades son lícitas, lo que debemos cuidar es la estrategia que ponemos en marcha en nuestros intercambios con los demás. Si en una discusión nuestra estrategia es no dejar hablar a los demás debemos replantearnos si esta estrategia contribuye que se establezca una comunicación real.

Como comentaba Chavi, se trata de hacer frente a los conflictos con creatividad, encontrando un terreno en el que la satisfacción de las necesidades de ambas personas sea posible. No se trata de enfadarse y echarle la culpa al otro sino de detectar cuál es mi parte de necesidad (que necesidades mías están en juego) y a partir de ahí interactuar sin que al otro le llegue el peso de mis juicios y exigencias (que solo pueden poner a la otra persona a la defensiva).

“Se trata de sustituir nuestros juicios y exigencias por sentimientos y necesidades, para que podamos conectar”

 

Gestionar los conflictos desde una buena predisposición

Bea recalcó la importancia de tener una buena predisposición a la hora de gestionar los conflictos, buscando, cuando sea posible, una situación más propicia para tratar el tema del que es fruto ese conflicto. Si vemos que la situación se nos va de las manos y tenemos una energía negativa es mejor retomar la conversación cuando esas necesidades que dificultan el diálogo estén satisfechas. No podemos ofrecer atención y confianza si nosotros mismos las estamos reclamando.

Alberto comentó que al repasar las necesidades que se producen en el hospital le venía a la cabeza que tal vez lo que se produce es una hipertrofia: participación, realización, identidad, relaciones… todas estas son necesidades de contribución al bienestar de los demás que tienen día a día los sanitarios, que se exigen demasiado y pueden encontrar dificultades para encontrar un equilibrio que finalmente les pasa factura.

Para Chavi una vez más se trata de encontrar una estrategia que les ayude a contribuir al bienestar de los pacientes y de uno mismo sin tener expectativas tan altas que sean inalcanzables.

Esa necesidad que tienen los sanitarios de contribuir al bienestar de los pacientes no debe convertirse en una exigencia que les lleve a la tristeza o a la frustración si no lo logran.

“La CNV nos ayuda a rebajar las exigencias”

 

Las acciones no satisfacen por sí mismas una necesidad

Debemos poner en el pedestal las necesidades y no las acciones; esto nos ayuda contribuir a los demás. Ninguna acción es tan importante que por sí misma sirva para satisfacer una necesidad y debamos agarrarnos a ella bajo cualquier circunstancia. Debemos trabajar en nuestra flexibilidad y “desenamorarnos” de nuestras acciones favoritas.

Para cerrar la conversación Chavi lo quiso hacer con una frase que utilizan en el Instituto de comunicación no violenta de Pilar de la Torre:

“No hay acto más generoso que el de cuidar uno de sus propias necesidades”

ya que esto es lo que nos permite estar abiertos a los demás.

Sin exigencias.

Sin juicios.