Autocuidado: Permitirse no es perderse

Autocuidado: Permitirse no es perderse

Esta semana hemos disfrutado de una conversación de optimistas en la que nuestros conversadores han charlado sobre un tema de especial interés para los sanitarios: el autocuidado.

Todos sabemos que la labor de los sanitarios está marcada por un objetivo claro: cuidar de sus pacientes. Estar ahí para lograr su recuperación, hacerles la enfermedad o la convalecencia más llevadera.
Médicos, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas… la mayor parte de su jornada está dedicada a cuidar de los demás.

Pero ¿quién cuida de quienes nos cuidan?

 

El autocuidado

En los últimos años se ha querido poner el foco en la necesidad de volcar esfuerzos en el cuidado de los sanitarios en cuyas manos ponemos nuestra salud. Dentro de las posibilidades de cuidado que existen, hoy queremos fijarnos en el autocuidado. En observar esa brújula interior que todos tenemos dentro y que, si nos detenemos a escuchar, puede darnos una información muy valiosa que nos ayuda a atender nuestras necesidades, lo que nos permitirá acercarnos a las de las personas con las que nos relacionamos.

Para hablar de autocuidado hemos recurrido a Alba Nogareda, la profesora del módulo Mirarse para poder ver. Autocuidado y gestión emocional. del campus FHO.
Alba es psicóloga y socióloga, y formadora en autoconocimiento a través de la reflexión.

Además de Alba. nos acompañó una de las alumnas de este módulo: Mª Ángeles de Pedro, enfermera de cuidados intensivos en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid.

Las emociones son mensajeras

Alba comenzó contándonos qué quiere decir eso de que las emociones son mensajeras, que apunta en el módulo: significa que nos traen información.
Una información que puede ser agradable o desagradable: pueden ser cómodas e incómodas de sentir… por eso, a veces nos cuesta hacerles caso. Pero en todo caso nos traen una información valiosísima.

Y debemos escucharlas.

Debemos tener en cuenta que esas emociones no son nosotros mismos, sino algo externo que podemos observar y respecto a lo que podemos reaccionar… en nuestra mano está mirarlas con perspectiva. Pero es importante saber que no se van a ir solas, sino que debemos enfrentarnos a ellas, escucharlas y atenderlas. También a las emociones desagradables, que en principio preferiríamos ignorar y darles la espalda. Debemos preguntarnos por qué ha venido a nosotros esa emoción y cómo nos relacionamos con los otros cuando sentimos eso. Relacionándonos con ella de tú a tú; impidiendo que nos paralice y nos deje sin margen de maniobra.

 

La difícil tarea de encontrar el equilibrio emocional en el hospital

Mª Ángeles nos contó que en ocasiones en el hospital es difícil encontrar un equilibrio en las emociones, porque las negativas (el miedo, la ira, la tristeza…) añaden demasiado peso en esa balanza, como ha ocurrido en los peores momentos de la pandemia de covid.

Si bien en algunos servicios vivir una situación así ha tenido como efecto un refuerzo del sentido de equipo y les ha unido, Mª Ángeles nos comentaba que en su unidad les ha costado remontar porque la avalancha de emociones negativas ha sido difícil de gestionar.

Desde el punto de vista de Alberto la pandemia ha hecho que muchos profesionales sanitarios hayan descuidado esa atención hacia sus propias emociones, porque la sobrecarga diaria no dejaba espacio para ellas. El autocuidado pasaba a segundo plano ante la urgencia de cuidar a los demás.

 

Recursos adaptativos

Florent pidió a Alba recursos adaptativos para poder avanzar ante situaciones difíciles como la vivida en los últimos meses. Alba nos dijo que los sanitarios deben ser conscientes de haberlo hecho lo mejor que han podido y a partir de ahí, a pesar del desgaste, pasar a una fase de apertura identificando en qué momento del duelo estamos:

¿Sigo enfadado y no me lo permito?

¿Tengo ganas de llorar, pero me cuesta abrir eso que he encapsulado porque es muy doloroso?

¿He superado esas etapas y ahora necesito avanzar?…

cada uno debe observar dónde se encuentra respecto a sus emociones y actuar en consecuencia. Salir de la polaridad del “estoy bien” o “estoy mal”: podemos estar agotados, pero tener una ilusión desbordante por salir adelante; o estar enfadados por una nueva medida con la que no estamos de acuerdo, pero tomar las riendas de la situación colaborando con los compañeros para que las cosas salgan lo mejor posible.

 

No desligar el profesional sanitario del ser humano

Alberto compartió su sentimiento de que en ocasiones se condiciona a los sanitarios a pensar que las emociones no les permitían desarrollar su trabajo, sin tener en cuenta que ese escudo emocional les impide conectar humanamente con los pacientes.

Mª Ángeles rememoraba los aplausos de los sanitarios de la UCI cuando un paciente dejaba atrás la unidad. No podían evitar emocionarse y celebrar como una victoria la satisfacción de ver a un paciente recuperado.

Florent destacaba la importancia de progresar y formarse en conocimientos técnicos, pero no dejar a un lado el aprendizaje de aquellas herramientas que nos ayudan a ser más humanos, a conectar y empatizar con el paciente. Mª Ángeles confirmó que en su entorno cada vez son más los profesionales que demandan este tipo de formaciones que les permiten hacer frente a su trabajo en el hospital de un modo más humano. Es un aspecto que no debemos descuidar.

 

Autocuidado

 

 

Hay que cuidar la salud mental y emocional

También se habló en esta conversación de la importancia que tradicionalmente otorgamos a la salud física dejando de lado la salud mental y emocional que es igual de importante y debemos prestarle la debida atención.

Mª Ángeles compartió con nosotros cómo surgió en su unidad a partir del Plan Persona (proyecto de la Consejería de Sanidad de Castilla y León cuyo objetivo es avanzar en la humanización de la atención sanitaria) la idea de la propia Mª Ángeles (tras hablarlo con su supervisora y su jefa de servicio) de habilitar una caja en la que incorporar ideas ilusionantes y que fuera un punto de encuentro de las personas que se quieren sumar a nuevos proyectos, talleres, etc.

Alba alabó ese tipo de acciones que posibilitan un contagio emocional positivo colectivo que hace partícipes a los miembros del grupo de una energía positiva individual. Y nos dejó una frase:

Compartidas, la alegría se multiplica y la tristeza se divide

 

 

 

 

 

 

 

Cuidarnos nos conecta

Cuidarnos nos conecta

AUTOCUIDADO

El autoconocimiento, el autoamor, el autocuidado y, en general, aquello relacionado con mirar hacia dentro, puede dar la impresión de dejar fuera a los demás, de no cuidarles o de no estar para ellos.

Priorizarnos no quiere decir elegirnos siempre, pero sí tenernos en cuenta en esa elección

Considero que responsabilizarnos de lo que sentimos, deseamos o necesitamos y atenderlo o pedir ayuda para hacerlo nos beneficia y, por lo tanto, también tiene efectos en las personas con las que nos relacionamos. Al contrario de lo pueda parecer, entrenar esta mirada nos facilita el poder empatizar con quien en algún momento no puede hacerse cargo de su dolor o dificultades.

De esta manera, libres de nuestro peso, tendremos las manos disponibles para sostener el de otras personas. Si no, sin liberar carga, el peso se posa y con el tiempo será insostenible.

Por lo tanto, el autocuidado no nos aísla, nos conecta al resto de personas. En muchas ocasiones, nuestras necesidades emocionales son muy similares y, estando alineados con las propias, afinamos esa mirada compasiva, que puede ser una caricia para alguien que está en una situación dolorosa.

Si lo mío está sin mirar, mi campo de batalla será  la reivindicación, la exigencia, el victimismo, el cansancio extenuante, la autosuficiencia forzada  o cualquier otra forma que pueda manejar.  No es bueno o malo, es lo que podemos hacer para tratar de sentirnos mejor.  El problema es que desde aquí, no puedo ver pero necesito que me vean. Del otro modo, me veo y deseo que me vean, pero no lo necesito.

Cuando hablo de ver me refiero a sentir que me entienden, que conectan conmigo más allá de lo obvio, que validan y legitiman mis emociones y que son responsivos con mis necesidades.

¿QUÉ ES?

Es hacer y dejar de  hacer. Es la actitud y el permiso. Es lo que necesitamos, podemos y queremos darnos y soltar en la intimidad o en compañía.

Es muchas cosas y todas o ninguna de las que aquí aparecen puede encajarnos del mismo modo, porque sobre todo, es respeto y compasión.

Para profundizar algo más en este término vamos a poner el foco en cuatro aspectos importantes:

  • Permiso.
  • Dejarnos cuidar.
  • Gestión emocional.
  • Límites.

PERMISO

Cuando podemos conectar con cómo nos sentimos y qué necesitamos, por muy importante, buena y coherente que sea una acción o por mucho que esté en consonancia con nosotros implicarnos en esa lucha, no siempre es el momento de centrar todas nuestras energías en ella.

Una vocecilla interna nos increpará por no hacer aquello en lo que creemos, la otra nos agradecerá el  parón, el cuidado propio y la preferencia por aquello que en ese momento requiere nuestro  tiempo, cuidado, energía y atención.

No nos perdemos por permitirnos esto. Ni a nosotros ni todo lo que llevamos hecho hasta ahora. Seguimos siendo las mismas personas pero en un momento, con unas circunstancias y unas prioridades distintas, que por supuesto, pueden variar.

Y esto también es coherente, por lo menos en este momento con nuestras  necesidades presentes y con uno mismo.

Sin dedicarnos tiempo y escucha, esta elección se vuelve un automatismo y desde aquí estaremos más polarizados. O priorizaremos siempre a los demás o nos elegiremos en la mayoría de las ocasiones.

Esto tiene que ver con la importancia que adquiere, más que lo que hacemos (que también), desde dónde lo hacemos. Desde el cariño, la culpa, la opinión de otras personas, el amor, el miedo, etc.

AUTOCUIDADO TAMBIÉN ES DEJARSE CUIDAR

En muchas ocasiones nos cuesta mostrarnos vulnerables. Sobre todo en grupo o con determinadas personas y sostener las miradas y lo que puedan estar pensando cuando lo hacemos.

Con el tiempo, los años y la revisión de nuestra historia podemos darnos cuenta de que a veces no son las miradas, sino nuestra interpretación de ellas lo que nos incomoda.

Pero esa interpretación es nuestra, o quizá suya, pero lo importante es que no nos define.

Podemos desear que sea de otro modo, pero hay una diferencia sustancial entre desear y necesitar.

Porque recuerda:

Que algo te venga muy bien, te ayude y puedas desearlo con todas tus fuerzas no significa que lo necesites.

Porque cuando tu mirada hacia ti cambia, cuando te relacionas con personas que pueden verte en toda tu esencia y abrazarla, las defensas bajan y las barreras, a veces, también.

¿Y por qué digo a veces? Porque no es negativo poder poner límites y protegerse cuando sea necesario.

Con este cambio puedes ver compasión donde antes desconfianza y, aunque los viejos resquicios del pasado en forma de creencias  aparecen en ocasiones, sabes que son eso, de otro momento y que están desactualizados. Y sobre todo, no sé si gracias a ellos pero sí con ellos, hoy has llegado aquí.

Por lo tanto, tengamos presente que solos podemos hacer muchas cosas, pero si necesitamos ayuda, compañía y consuelo también podemos pedirla y sobre todo, dejarnos sostener.

Porque en muchas veces nuestro autocuidado comienza con poder recibir el apoyo de quien nos acompaña.

REGULAR NUESTRAS EMOCIONES NO ES REPRIMIRLAS

Autocuidado es escucharse, observarse, expresarse, protegerse y amarse. Es abrazarse, priorizarse y poner límites. Reír y disfrutar. Llorar, dormir y acariciar.

Autocuidado es parar y observar cómo no hacer nada puede ofrecernos mucho y cómo no parar también puede valernos en ocasiones.

Es flexibilidad para permitirnos el cambio y también poder sentir miedo y rigidez ante lo nuevo.

Ilustración del libro  ”El cerebro del niño” de Daniel Siegel

Ilustración del libro ”El cerebro del niño” de Daniel Siegel

Es conectar con la ambivalencia de sentir un deseo y su contrario, con el cambio y la convivencia de todos sus matices.

No podemos atender y gestionar algo que negamos. Además, si le cerramos la puerta a lo que nos gusta menos sentir, también se la estaremos bloqueando a lo agradable.

LÍMITES

Poner límites es expresar hasta dónde, cómo y cuándo. Es ocupar nuestro espacio, alzar nuestra voz y respetar nuestros tiempos.

Es decir hasta aquí y no necesariamente de manera tajante. Puede haber firmeza pero también asertividad. Porque quien sabe poner límites adecuadamente también sabe encajarlos.

Por lo tanto, nos une y conecta porque quien aprende a ponerlos comprende lo que implica hacerlo.

Y llegados a este punto, a mí, que no me gusta esto de ser categórica, llevo un texto entero afirmando con rotundidad lo que es el autocuidado.

No sé lo que es para ti. Sé lo que fue y está siendo para mí.

Si te apetece, puedes y quieres. Si te viene bien y es lo que deseas en este momento, te invito a crear y experimentar  tu propia idea sobre él. Me encantará conocerla.