Cuidarnos nos conecta

Cuidarnos nos conecta

AUTOCUIDADO

El autoconocimiento, el autoamor, el autocuidado y, en general, aquello relacionado con mirar hacia dentro, puede dar la impresión de dejar fuera a los demás, de no cuidarles o de no estar para ellos.

Priorizarnos no quiere decir elegirnos siempre, pero sí tenernos en cuenta en esa elección

Considero que responsabilizarnos de lo que sentimos, deseamos o necesitamos y atenderlo o pedir ayuda para hacerlo nos beneficia y, por lo tanto, también tiene efectos en las personas con las que nos relacionamos. Al contrario de lo pueda parecer, entrenar esta mirada nos facilita el poder empatizar con quien en algún momento no puede hacerse cargo de su dolor o dificultades.

De esta manera, libres de nuestro peso, tendremos las manos disponibles para sostener el de otras personas. Si no, sin liberar carga, el peso se posa y con el tiempo será insostenible.

Por lo tanto, el autocuidado no nos aísla, nos conecta al resto de personas. En muchas ocasiones, nuestras necesidades emocionales son muy similares y, estando alineados con las propias, afinamos esa mirada compasiva, que puede ser una caricia para alguien que está en una situación dolorosa.

Si lo mío está sin mirar, mi campo de batalla será  la reivindicación, la exigencia, el victimismo, el cansancio extenuante, la autosuficiencia forzada  o cualquier otra forma que pueda manejar.  No es bueno o malo, es lo que podemos hacer para tratar de sentirnos mejor.  El problema es que desde aquí, no puedo ver pero necesito que me vean. Del otro modo, me veo y deseo que me vean, pero no lo necesito.

Cuando hablo de ver me refiero a sentir que me entienden, que conectan conmigo más allá de lo obvio, que validan y legitiman mis emociones y que son responsivos con mis necesidades.

¿QUÉ ES?

Es hacer y dejar de  hacer. Es la actitud y el permiso. Es lo que necesitamos, podemos y queremos darnos y soltar en la intimidad o en compañía.

Es muchas cosas y todas o ninguna de las que aquí aparecen puede encajarnos del mismo modo, porque sobre todo, es respeto y compasión.

Para profundizar algo más en este término vamos a poner el foco en cuatro aspectos importantes:

  • Permiso.
  • Dejarnos cuidar.
  • Gestión emocional.
  • Límites.

PERMISO

Cuando podemos conectar con cómo nos sentimos y qué necesitamos, por muy importante, buena y coherente que sea una acción o por mucho que esté en consonancia con nosotros implicarnos en esa lucha, no siempre es el momento de centrar todas nuestras energías en ella.

Una vocecilla interna nos increpará por no hacer aquello en lo que creemos, la otra nos agradecerá el  parón, el cuidado propio y la preferencia por aquello que en ese momento requiere nuestro  tiempo, cuidado, energía y atención.

No nos perdemos por permitirnos esto. Ni a nosotros ni todo lo que llevamos hecho hasta ahora. Seguimos siendo las mismas personas pero en un momento, con unas circunstancias y unas prioridades distintas, que por supuesto, pueden variar.

Y esto también es coherente, por lo menos en este momento con nuestras  necesidades presentes y con uno mismo.

Sin dedicarnos tiempo y escucha, esta elección se vuelve un automatismo y desde aquí estaremos más polarizados. O priorizaremos siempre a los demás o nos elegiremos en la mayoría de las ocasiones.

Esto tiene que ver con la importancia que adquiere, más que lo que hacemos (que también), desde dónde lo hacemos. Desde el cariño, la culpa, la opinión de otras personas, el amor, el miedo, etc.

AUTOCUIDADO TAMBIÉN ES DEJARSE CUIDAR

En muchas ocasiones nos cuesta mostrarnos vulnerables. Sobre todo en grupo o con determinadas personas y sostener las miradas y lo que puedan estar pensando cuando lo hacemos.

Con el tiempo, los años y la revisión de nuestra historia podemos darnos cuenta de que a veces no son las miradas, sino nuestra interpretación de ellas lo que nos incomoda.

Pero esa interpretación es nuestra, o quizá suya, pero lo importante es que no nos define.

Podemos desear que sea de otro modo, pero hay una diferencia sustancial entre desear y necesitar.

Porque recuerda:

Que algo te venga muy bien, te ayude y puedas desearlo con todas tus fuerzas no significa que lo necesites.

Porque cuando tu mirada hacia ti cambia, cuando te relacionas con personas que pueden verte en toda tu esencia y abrazarla, las defensas bajan y las barreras, a veces, también.

¿Y por qué digo a veces? Porque no es negativo poder poner límites y protegerse cuando sea necesario.

Con este cambio puedes ver compasión donde antes desconfianza y, aunque los viejos resquicios del pasado en forma de creencias  aparecen en ocasiones, sabes que son eso, de otro momento y que están desactualizados. Y sobre todo, no sé si gracias a ellos pero sí con ellos, hoy has llegado aquí.

Por lo tanto, tengamos presente que solos podemos hacer muchas cosas, pero si necesitamos ayuda, compañía y consuelo también podemos pedirla y sobre todo, dejarnos sostener.

Porque en muchas veces nuestro autocuidado comienza con poder recibir el apoyo de quien nos acompaña.

REGULAR NUESTRAS EMOCIONES NO ES REPRIMIRLAS

Autocuidado es escucharse, observarse, expresarse, protegerse y amarse. Es abrazarse, priorizarse y poner límites. Reír y disfrutar. Llorar, dormir y acariciar.

Autocuidado es parar y observar cómo no hacer nada puede ofrecernos mucho y cómo no parar también puede valernos en ocasiones.

Es flexibilidad para permitirnos el cambio y también poder sentir miedo y rigidez ante lo nuevo.

Ilustración del libro  ”El cerebro del niño” de Daniel Siegel

Ilustración del libro ”El cerebro del niño” de Daniel Siegel

Es conectar con la ambivalencia de sentir un deseo y su contrario, con el cambio y la convivencia de todos sus matices.

No podemos atender y gestionar algo que negamos. Además, si le cerramos la puerta a lo que nos gusta menos sentir, también se la estaremos bloqueando a lo agradable.

LÍMITES

Poner límites es expresar hasta dónde, cómo y cuándo. Es ocupar nuestro espacio, alzar nuestra voz y respetar nuestros tiempos.

Es decir hasta aquí y no necesariamente de manera tajante. Puede haber firmeza pero también asertividad. Porque quien sabe poner límites adecuadamente también sabe encajarlos.

Por lo tanto, nos une y conecta porque quien aprende a ponerlos comprende lo que implica hacerlo.

Y llegados a este punto, a mí, que no me gusta esto de ser categórica, llevo un texto entero afirmando con rotundidad lo que es el autocuidado.

No sé lo que es para ti. Sé lo que fue y está siendo para mí.

Si te apetece, puedes y quieres. Si te viene bien y es lo que deseas en este momento, te invito a crear y experimentar  tu propia idea sobre él. Me encantará conocerla.