Resiliencia: la mezcla de resistencia y flexibilidad que ayuda a los sanitarios

Resiliencia: la mezcla de resistencia y flexibilidad que ayuda a los sanitarios

Esta semana en la Conversación de Optimistas Florent y Alberto han hablado de resiliencia con Jose Juan Agudo, formador del módulo “Resiliencia, el secreto de las personas Diente de León” que os ofrecemos en el campus de la FHO.

Florent abrió la conversación comparando la resiliencia de la que hacen gala los sanitarios cada día, con la que deben demostrar los alpinistas y montañeros (actividades a las que Jose Juan es un apasionado) que se enfrentan a grandes desafíos bajo condiciones extremas… Aunque las circunstancias son muy diferentes, esa capacidad de crecer y evolucionar en medio de dificultades es la misma.

En ambos casos la resiliencia nos ayuda no solo a no hundirnos ante las dificultades, sino a salir reforzado de estas experiencias, especialmente en momentos de grandes desafíos.

Un camino hacia la resiliencia

Florent revisó con Jose Juan los siete peldaños que, según su propuesta y mediante la práctica, nos ayudan a cultivar la resiliencia. Alberto dio su punto de vista sobre cómo se refleja cada uno de ellos en el día a día en los hospitales.

Summun Bonum

Haz siempre lo mejor que puedas.

Debemos aprender a distinguir entre las cosas que están en nuestra mano y las que no lo están (por muy preocupantes que estas sean). Trataremos de mejorar aquello que está a nuestro alcance y dejaremos de darle vueltas y vueltas a los temas sobre los que no podemos hacer nada, ya que terminan por quitarnos poder y autoestima, y nos dejan un sentimiento de frustración muy pesado.

Alberto nos contó que cuando nos preguntan cómo nos hemos enfrentado a una situación y respondemos

Lo he hecho lo mejor que he podido

, esta frase resume para él esta actitud: hacerlo lo mejor que podemos dentro de nuestra área de influencia. Entre los compañeros sanitarios hay un sentimiento de que durante la pandemia se ha actuado así, centrándose cada uno en dar la mejor versión de sí mismo ocupándose incansablemente de hacerlo lo mejor posible sin preocuparse de más.

Premeditatio malorum

Ponte cara a cara con tus peores miedos, entrenando así la valentía.

Poniendo por escrito aquellos miedos que nos habitan, nuestro cerebro se centra en la esencia de aquello que nos provoca ese bloqueo. Esto se logra definiendo el miedo, proponiendo cómo podemos prevenir ese miedo y buscando soluciones que nos ayuden a reparar… imaginando cómo podemos actuar en caso de que esas circunstancias que nos provocan miedo sucedan.

Este análisis nos quita el peso de encima que supone tener un miedo indefinido constante que nos atenaza en la vida.

Según Alberto esto se reflejó claramente en los primeros días de la pandemia cuando el mayor miedo entre los sanitarios fue la incertidumbre que se logró superar mediante los planes de contingencia que se diseñaron y pusieron en marcha en los hospitales. Estos planes a nivel organizativo sirvieron para hacer que la gente sintiera el apoyo que les daba una seguridad sobre las posibles respuestas frente a diferentes situaciones.

Conversación de optimistas Resiliencia

Amor fati

Haz todo lo que puedas, pero acepta lo que venga.

Debemos aceptar que las cosas no van a ser siempre como nosotros quisiéramos. No debemos obsesionarnos con algo que ya no es posible.

Como dice Alberto:

Hay que saber renunciar a nuestro plan original

adaptándonos a las circunstancias que surgen en la vida, aunque no sean las que hubiéramos deseado.

Durante la pandemia fue muy difícil asumir las tasas de mortalidad tan altas. Esto fue duro de aceptar por los sanitarios y les pasó factura debido a su alto nivel de autoexigencia.

Según nos comentaba Jose Juan, la flexibilidad mental que distingue a las personas resilientes no significa que esta sea una situación placentera. No quiere decir que la persona resiliente no sufra durante el proceso, sino que es capaz de salir adelante reforzada a pesar de él.

Ostaculum via

Nadie escapa a tener que enfrentar dificultades, lo que nos diferencia es la herramienta que utilizamos para afrontarlas.

Debemos reconciliarnos con el hecho de que la vida está llena de obstáculos y a menudo nos veremos obligados a adaptarnos a las circunstancias. Debemos afrontarlo como algo que pone a prueba nuestra creatividad y la capacidad de encontrar soluciones nuevas a problemas nuevos. De este modo nuestro cerebro encuentra nuevas conexiones que nos ayudan a crecer.

Alberto ve la crisis sanitaria como una posibilidad de aportar soluciones creativas a problemas hasta entonces desconocidos. La necesidad de salir adelante en circunstancias excepcionales estimuló esa creatividad.

Ego vacum

La resiliencia es una habilidad adaptativa. La actitud de aprendiz nos pone en una posición de humildad y nos abre a incorporar conocimientos dejando de lado el ego que puede llevarnos a pensar que ya no tenemos nada que aprender.

Alberto lo ve así:

La mente más sana es la mente curiosa

No debemos perder la ilusión por seguir aprendiendo. Esta necesidad de renovarse y seguir aprendiendo es especialmente característica de las profesiones sanitarias.

Sympatheia

Somos las relaciones que frecuentamos. Es en el contacto con los otros donde descubrimos muchos de nuestros talentos y habilidades. Por eso debemos hacerles saber a las personas que tenemos cerca que nos importan, preocuparnos por ellos, mostrarles nuestra voluntad de ayudar y sobre todo ser agradecidos y generosos.

Alberto nos recordó la importancia de los abrazos que duran un poquito más de lo normal y nos llenan de energía.

Memento Mori

Todo momento es un puente a otro momento. Todo tiene un final (tanto lo bueno como lo malo) y debemos vivir y seguir adelante sin olvidar nuestro propósito.

Esta frase latina que, como nos recordó Jose Juan, es uno de los conceptos fundamentales del estoicismo, nos ayuda a recordar la fugacidad de la vida para centrarnos en el aquí y ahora.
A Alberto esto le recordó a un texto de la autora estadounidense L. R. Knost con el que cerró esta conversación de optimistas:

La vida es maravillosa.
Y de repente, es horrible.
Entonces, vuelve a ser maravillosa de nuevo.
Entremedio de lo maravilloso y lo horrible es ordinaria, rutinaria y mundana.
Respira, mientras es maravillosa.
Aguanta, cuando sea horrible.
Relájate y suspira mientras dure lo ordinario.
Vivir es desgarrador, liberador, maravilloso, horrible y ordinario.
Y es asombrosamente bonito.

Personas diente de león: el camino a la Resiliencia

Personas diente de león: el camino a la Resiliencia

¿Nunca te has preguntado cómo puede ser que algunas plantas crezcan en mitad del cemento y el asfalto? ¿No se supone que una planta necesita tierra, luz y agua para hacer la fotosíntesis y florecer?

Estamos sin duda ante una de las grandes lecciones de la madre naturaleza sobre cómo conseguir crecer en entornos de adversidad y dificultad. No quiere decir esto que ese crecimiento sea algo “agradable” o se vaya a disfrutar del proceso.  Crecer y avanzar no siempre significa placer o disfrute, es más, la mayoría de las veces no hay nada de eso.

El diente de león es capaz de sacarle partido a dos cualidades excepcionales para ello: la resistencia y la flexibilidad.

Ambas dos cualidades son la base de lo que conocemos en el campo del comportamiento y la psicología humana como Resiliencia, ese maravilloso arte-habilidad en el que se es capaz de seguir creciendo (aunque sin placer en ello) en medio de circunstancias nada favorables o más bien indeseadas.

La resiliencia, (o la persona Diente de león) se ha interpretado de diferentes maneras desde que hace algo más de una década aproximadamente se empezó a hablar y acuñar dicho término para referirse a esa habilidad poco común de conseguir salir adelante aún cuando todas las posibilidades o circunstancias apuntan en dirección contraria.

Hace apenas unos años algunos psicólogos ponían de relieve esta nueva destreza al rescatar las historias de los niños “diente de león” o niños de la guerra, que en algunos (aunque minoritarios) casos conseguían superar las terribles circunstancias vividas y eran capaces de llevar vidas “normales” en las que las secuelas de lo vivido no determinaban el global de sus vidas. Por supuesto, éstos eran y son una minoría.

 

¿Qué podemos aprender de los niños diente de león?

Estamos como en la mayoría de las habilidades y talentos ante una destreza que puede tener tanto una base genética como ser prendida. Los niños de la guerra resilientes suelen ser casos de seres que ya traen algo de serie, pero que también reciben ayuda y acaban saliendo adelante en mitad de la miseria, la injusticia y la falta de educación.

Otro gran escenario para el estudio y comprensión de la resiliencia fue lo acaecido a mitad del siglo pasado en los campos de concentración nazis donde solo una minoría fue capaz de encontrar el camino hacia la salvación.

Algo que destilan muchos de los testimonios de los supervivientes es que no siempre eran los más fuertes los que conseguían salir adelante, si no los que mejor respondían al entorno en términos de adaptación.

¿Cómo lo hacían?

Ahora ya sabemos que esa admirable capacidad que poseen algunas personas puede que tenga que ver con los genes, pero sobre todo se puede adquirir, aprender, mejorar y desarrollar con la pedagogía adecuada y en el tiempo requerido para ello. De hecho, si te paras a pesar sobre las personas resilientes más cercanas a ti verás que se han ido haciendo resilientes, no siempre lo fueron.

Por tanto, podemos decir que ser una persona resiliente o persona diente de león es un proceso humano en el que se cruzan dos habilidades combinadas: Resistencia y Flexibilidad. Vayamos un poco al grano de ambas destrezas.

 

Resistencia y Flexibilidad

Cuando nos referimos a “ser resistente” no nos referimos solamente al hecho de “aguantar” ya que en sí esta capacidad es limitada y finita. Aguantar por aguantar es soportar el peso del dolor, la dificultad, el sufrimiento o la desolación sin nada que lo compense, hasta que te den las fuerzas antes de romperte, partirte o rendirte.

La resistencia va más allá de la capacidad de aguantar por aguantar e incorpora un sentido final o propósito a esa experiencia nada favorable en la que a menudo nos vemos inmersos a lo largo de nuestras vidas. Como decía V. Frankl:

Si no tienes un para qué, ningún sufrimiento o dificultad tiene sentido y pronto perderemos las ganas de seguir aguantando

Parece que saber dotar de un sentido último a esa capacidad de “aguante” es lo que le confiere a la resistencia la cualidad de motor de avance en mitad de las inclemencias, dificultades o momentos difíciles.

Sufrir sin saber para qué se sufre es doble sufrimiento, agota el doble de recursos emocionales y no genera nada

¿Se puede aprender a dotar a las dificultades de un sentido último o propósito? La respuesta es sí, y ese es uno de los secretos de las personas diente de león.

Pero esta habilidad no sería suficiente para entender y practicar la esencia de la resiliencia. Nos hace falta acudir a su hermana “la flexibilidad” para tener todo el paisaje cubierto.

Por mucho que trabajemos el saber dotar a las dificultades y adversidades de sentido y propósito (y esto en sí miso ya es bastante complicado) si no soltamos algo de lastre no podremos florecer en mitad de lo complejo y salir a superficie.

A veces no es posible crecer en línea recta por lo que hay que estar dispuesto a “adaptarse y amoldarse” a algo que no teníamos en mente, a algo que hasta puede que odiemos, tarea peculiar y harto compleja también.

Y es que los seres humanos tenemos algo que se llama ego y que nos apega a que las cosas sean como queremos que sean, cuando queremos que sean, donde y con quien queremos que sean. Querer que lo placentero dure para siempre y al mismo tiempo mantener lo doloroso lo más alejado de nuestras vidas no es precisamente una actitud flexible, ni siquiera está cerca de serlo. Pretender que siempre luzca el sol y que no lleguen las nubes es no entender el proceso que hay detrás de una vida que florece. Por eso nos cuesta ser resilientes. Somos capaces de aguantar lo indecible pero mostramos poca flexibilidad cuando la vida nos trae algo inesperado, por eso acabamos rompiéndonos.

¿Qué significa ser una persona flexible? No hay dos formas iguales de entender las posibles respuestas a esta pregunta. La flexibilidad es algo tremendamente particular y personal, pues tiene que ver con los valores, los miedos, las expectativas vitales, la propia personalidad o las emociones. Lo único que puede tener en común cualquier posible respuesta a esta pregunta es que la flexibilidad supone no apegarse, encariñarse o aferrarse demasiado a nada en la vida, porque como bien explica la filosofía budista, todo acaba por cambiar, transformarse o desaparecer, antes o después.

Así que bienvenido a la aventura de cultivar la resiliencia en tu vida. Es un camino personal indelegable, es nominal, nadie lo va a hacer por ti y leer sobre ello no te va a hacer resiliente: hay que construirlo o cultivarlo.

No te digo que vaya a ser fácil, te digo que merece la pena.